Sistema francés, no fármacos, efectivo y accesible.

Ampliamente reconocido y utilizado en Europa y Estados Unidos.

Aprendizaje

Los problemas de procesamiento auditivo central (PPAC) afectan de diferente manera en el proceso de aprendizaje:

         Velocidad de integración del discurso.
         Dificultan el aprendizaje de la lecto-escritura.
         Interfieren en la memorización y aprendizaje de conceptos.
        Dificultad para repetir secuencias de sonidos, letras y números.
        Dificultad para ejecutar órdenes secuenciales.
        Dificultad para atender y recordar la información presentada por vía oral.
         Dislexia.

Problemas de atención, percepción y memoria:

Todo proceso de aprendizaje se basa en una correcta percepción de la información auditiva.

La atención es un proceso cognitivo básico. Es decir, se necesita un estado atencional adecuado para que el resto de procesos cognitivos funcionen de forma correcta.

La percepción de los estímulos externos e internos que llegan a nuestro cerebro depende de nuestro estado atencional. Igualmente la atención nos permite seleccionar los estímulos más importantes de entre el conjunto de señales que recibe nuestro cerebro, de manera que nuestra conducta se oriente correctamente hacia los sucesos más relevantes del entorno. La atención se divide en el estado atencional general y la atención selectiva.

El estado atencional general hace referencia a la capacidad de mantener de forma prolongada en el tiempo un estado de alerta adecuado que permita el correcto procesamiento de los estímulos del entorno. Este estado es necesario para poder llevar a cabo cualquier función cognitiva, ya que nos permite detectar los estímulos del ambiente exterior e interior que nos envuelven. Cuando este estado atencional general resulta afectado, se alteran todos los procesos cognitivos.

La atención selectiva hace referencia a la capacidad de seleccionar un estímulo discreto entre el conjunto de informaciones que constantemente nos llegan, de forma que se maximiza la eficacia de nuestros recursos cognitivos, dirigiéndolos hacia un estímulo en concreto sin dividirlos entre las diferentes fuentes de información. Del conjunto de estímulos que constantemente recibimos, debemos seleccionar aquéllos sobre los que focalizar nuestra atención. La focalización de la atención permite la orientación encubierta, que nos permite centrarnos ante un estímulo sin mediar respuesta a otros estímulos que se estén produciendo simultáneamente. 

Nuestro cerebro no puede procesar toda la información sensorial simultáneamente. Asimismo, aunque nuestro cerebro pudiese procesar toda la información sensorial simultánea, la efectividad de cualquier proceso cognitivo es mayor cuando se limita a un pequeño número de estímulos.

Memoria: 

Los procesos atencionales están necesariamente unidos a la percepción y a la memoria. Cuando atendemos estímulos, en la modalidad auditiva, su percepción depende, inicialmente, de nuestra memoria sensorial ecoica. Esta primera fase de la memoria produce una especie de eco que dura unos segundos y en el que se prolonga la percepción del sonido.  En el caso del lenguaje, por ejemplo, durante estos pocos segundos, se discriminan, se segmentan y se secuencian los sonidos del habla. Después de unos segundos el sonido pasa a la memoria de trabajo. La función de la memoria de trabajo es captar la regularidad acústica de los eventos sonoros y permitir la comprensión del discurso integrando y comparando su contenido con el de la memoria a largo plazo, para comprender el discurso o incorporar nuevos contenidos. La memoria a largo plazo es nuestro almacén fonológico. En él se guardan, de forma parecida a una biblioteca,  todos los sonidos del lenguaje, las palabras y su significado.

Estos tres procesos de memoria siguen una secuencia lineal que es inalterable. Cualquier información nueva debe pasar por la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo para ser comprendida o aprendida. Esta secuencia no sólo sigue una lógica temporal, si no que depende de una cascada de eventos bioquímicos que es inalterable en su orden.


La capacidad de atención y de cualquier proceso de aprendizaje se basa en una correcta percepción de la información auditiva que tiene su reflejo en la memoria sensorial ecoica. Ante problemas de percepción auditiva o de procesamiento auditivo central, la memoria sensorial ecoica resulta afectada impidiéndose el paso de la información a la siguiente fase de memoria, afectando claramente a la atención y el aprendizaje.    

Los Problemas de Procesamiento Auditivo Central afectan de diferente manera a los trastornos atencionales:

         Déficit de Atención.
        Dificultad para separar la señal del ruido de fondo.
        Déficit auditivo para los sonidos de baja frecuencia.
        Dificultad para localizar el sonido.
         Hiperactividad.
        Dificultad de filtrado de la señal.
        Redirección de la atención hacia estímulos irrelevantes del entorno.


Dislexia:

La  primera referencia a lo que más tarde se dio a conocer como dislexia data de noviembre de 1896. Un médico de Sussex, W. Pringle Morgan, describió a un niño al que calificaba de inteligente y despierto, pero incapaz de aprender a leer.

Desde principios de los años veinte del siglo pasado hasta la fecha se ha tratado de explicar, desde muchos puntos de vista, el origen de este trastorno. Inicialmente se atribuía a un déficit del sistema visual. Más tarde, aparecieron teorías que la relacionaban con defectos motores y oculares o alteraciones de la coordinación ocular. Tras éstas, han aparecido otras teorías que pretenden explicar la dislexia. Algunas relacionan la dislexia con el Déficit de Atención, otras con la transferencia modal cruzada y algunas con el aprendizaje asociativo.

Hasta la fecha, la investigación no ha dado soporte a ninguna de estas teorías. Al contrario, se da la validez lógica a los argumentos empíricos contrarios a estas teorías que hasta la actualidad justificaban las medidas terapéuticas creadas.

La investigación de estos últimos veinte años ha demostrado que la dislexia constituye una perturbación de la codificación fonológica del lenguaje. La dislexia refleja, en concreto, un déficit en el procesamiento de las unidades lingüísticas básicas, los fonemas. Antes de que las palabras puedan ser identificadas, entendidas, almacenadas en la memoria y recuperadas de ésta, el módulo fonológico del cerebro las debe descomponer en sus unidades básicas. Este déficit básico es, en esencia, una función lingüística de orden inferior que bloquea el acceso a funciones lingüísticas de orden superior, sintácticas y semánticas, y a la obtención del significado.

El modelo fonológico sintetiza exactamente lo que la investigación reciente ha demostrado acerca de la dislexia. Se ha encontrado que los sujetos disléxicos son igualmente competentes que los sujetos normales cuando se les hace copiar signos parecidos a los de las palabras, pero sin ningún tipo de asociación lingüística. Esto implica que no es el recuerdo visual el que condiciona la realización de la tarea, sino las propiedades lingüísticas de las palabras (sus sonidos y significados). Los sujetos disléxicos, debido a su dificultad en la decodificación fonológica y, en consecuencia, su menguada retención de los fonemas, retienen las palabras enteras, lo que conlleva una mayor posibilidad de realizar inversiones de letras. También se ha demostrado, en relación con lo anterior, que existe una tendencia a equivocar los nombres de las palabras con otras que comparten características fonológicas con las correctas.

Otros estudios han demostrado que el hecho de no mantener la direccionalidad correcta es consecuencia de los problemas de lectura, no su causa. La denominada “escritura en espejo” se considera como una falta de práctica adecuada de la lectura y la ortografía, y no un problema de confusión espacial. Se trataría de un estado de desarrollo previo, que las personas disléxicas tardan más en superar.

También se ha observado que la memoria sensorial de la percepción visual no es más corta en personas con dislexia (lo que favorecería la hipótesis visual), sino que es igual que en las personas sin este trastorno. Por el contrario, sí se ha demostrado una menor capacidad de recuperar representaciones lingüísticas almacenadas en la memoria a largo plazo: en ejercicios de memoria verbal los sujetos disléxicos obtienen un peor rendimiento, lo que hace pensar en una alteración en la capacidad del mecanismo auditivo. Existen pruebas de un peor funcionamiento del hemisferio izquierdo en personas disléxicas, en las zonas que controlan el habla, el lenguaje y actividades lingüísticas afines.